martes, 17 de mayo de 2011

La Madre Agua

“ EL MAGÜI ” O “MADRE AGUA”(La leyenda más popular del Mogote)



Desde la época de nuestros bisabuelos (quizás más atrás en el tiempo) existe la fascinante leyenda sobre un enorme reptil que habita en las profundidades de Cueva del Agua en El Mogote, la Madre Agua como le dicen los guajiros de la región ha sido vista por pocos aunque muy buscada por muchos.En el argot espeleológico la malcriamos con el nombre de “Magüi”, con el mismo derecho que los Escoceses miman a su “Nessi” del Lago Ness o los Tibetanos a su “Yetti” de los Himalayas.El Magüi de Jumagua es un ofidio que tiene ”el grosor exacto de una palma” y según los cuentos que hemos colectado entre los nativos del área “este temible animal puede engullirse un ternero completo sin mucho esfuerzo”.Su cabeza presenta dos pretuberancias en la región frontal y sus escamas están distribuidas inversamente a como se presentan en el resto de los “majaes”,es decir “de atrás hacia delante”.Esta extraña disposición de escamas a lo largo del cuerpo no permite que penetre proyectil alguno cuando es disparado en su huída, afirman los viejos cazadores que “si alguien lograra dispararle de frente sería muy fácil capturarle”,pero lamentablemente para estos, todos los disparos a través de la historia se habían efectuado en su retiro al interior de Cueva del Agua que constituye la entrada a su reino subacuático.


La leyenda incluye además que “cualquiera puede ver sus huellas si visita la caverna” pues en la época de bajante el rastro de su enorme cuerpo queda grabado en el blando fango del piso y de forma zigzagueante se pierde en las tinieblas de su interior.


Todos estos cuentos en torno al ”majá con tarros del Mogote” se lo hacía repetir decenas de veces a mi abuelo Ciriaco Rojo el cual fue un viejo cazador de majaes durante la primera mitad del siglo XX en las cuevas del Mogote para vender la manteca muy codiciada en las Boticas de Sagua. Yo me quedaba como anonadado mientras él, entre cuento y cuento, se tomaba su traguito de ron. No sé si el deseo de hacer sentir bien a sus nietos hace que los abulitos exageren sus historias, pero aunque así fuese, de no ser por aquellas fantasías yo no hubiera conocido a esta interesante y misteriosa región con la que tanto tiene que ver mi vida toda. Encontrar el Monstruo del Mogote fue la primera inquietud de mi joven mente. Con el tiempo aquello se convirtió en obsesión, tal como Byrne busca a su Big Foot. Los Primeros viajes a Cueva del Agua se vieron obstaculizados por el creciente nivel del manto freático pero fueron muy útiles en la recopilación de fábulas locales entre las que abundaban relatos sobre El Magüi.


La impresión de mis primeros viajes por los Mogotes fue que los habitantes de la región estaban convencidos de que aquí vive un enorme majá que causa estragos entre su ganado. Como segundo punto, que según afirman, ”yendo a la cueva cuando está seca, pueden verse sus huellas a lo largo de sus laberintos”.De esto se podría por tanto deducir tres conclusiones:


1-La Historia del Monstruo Magüi puede ser parte del mito local tan necesario en las poblaciones alejadas de la civilización donde la monotonía de sus actividades diarias exigen un tema que endulce esa fatigosa rutina.


2-La historia puede tener un fundamento real a partir de alguna especie de boa continental que haya sido introducida por algún viajero (por ejemplo un marino mercante).Es conocido lo pequeña que son las anacondas y pitones en su estado juvenil y el gran tamaño que alcanzan en su estado adulto.


3-La última (y más remota) posibilidad es la de una especie nativa que haya sobrevivido desde la Era Secundaria (período Cretácico) y en la actualidad esté limitada a los territorios de Jumagua, Chinchila y Ciénagas del Norte o cuyos últimos ejemplares se hayan extinguido durante los finales del siglo XIX o en la primera mitad del siglo XX ,períodos a los que pertenecen la mayoría de estos reportes.


Durante muchos viajes posteriores vimos muchas huellas que penetraban en la Cueva del Agua y casi creímos que teníamos en nuestras manos a el magüi. La primera vez que esto ocurrió, seguimos unas enormes huellas del grosor exacto de una palma que de una forma sinuosa desaparecía en las tinieblas interiores. Nuestro corazón latía con doble intensidad,..”seguimos la huella muy cerca el uno del otro (dejé escrito en mis notas de campo) como para sentirnos más seguros. El rastro se hacía más marcado producto de la mayor humedad del fango lo que dificultaba nuestros pasos. Por fín llegamos a la pared final que se percibe desde la entrada y la huella torcía


a la izquierda”…






…”Continuamos y a pocos pasos ENCONTRAMOS POR FIN A LA MADRE AGUA”.






Esto sin duda lo escribí con rabia irónica pues la supuesta Madre-Agua no era más que una palma que al parecer la había introducido poco a poco el mismo manto freático en su descenso. Pudimos comprobar por la gran cantidad de sedimentos que desde épocas remotas la Cueva del Agua ha estado arrastrando palmas, troncos y ramas a su interior e indudablemente, todos los años en los meses de diciembre y enero, que es cuando las aguas desaparecen, pueden verse las huellas de los arrastres hacia esta especie de caño o tragante que forma la caverna. Lejos de encontrarnos a el gigantesco magüi nos tropezamos varias veces con la Boa más pequeña del mundo, nuestro Majá de Santa María.


Aunque,”no se confien mucho de este largo silencio”, en cualquier momento despierta el colosal ofidio de su dilatado y rejuvenecedor letargo y pueden pasar el susto de sus vidas si se atreven a robarles las jicoteas y ranas del interior de su guarida.La Cueva del Agua es de su exclusiva propiedad y nadie debe penetrar en sus dominios.


Pero, Ojo ;”El Magüi” ha sido visto también en las Ciénagas del Norte y !oigan bien!: “En el Charco La Palma del río Sagua La Grande,¿Se comunicará esta cueva con el Undoso?…


Localización: Loma # 4 (W-E) o Loma de la Cueva del Agua.

sábado, 14 de mayo de 2011

El misterio de los restos humanos

ABUNDANTES RESTOS HUMANOS EN UNA CUEVA


Un hallazgo,por demás curioso, interesante y, si cabe, misterioso, se sucedió por Marzo -1858. El descubrimiento de unos restos humanos por las cercanías de Santo Domingo.Fue tema de mil comentarios y de raras apreciaciones.

A mera casualidad se debió el descubrimiento de una gran cantidad de huesos humanos pertenecientes á treinta ó cuarenta cadáveres,lo menos,hacinados en una cueva situadas en terrenos del potrero Casimbas,de la propiedad de Don Pedro Nolasco Abreu, partido de Santo Domingo y cuartón de Yabú.

Habiendo visto el mayoral del indicado potrero levantarse varias auras,y sospechando pudiese haberse muerto algún animal, se dirigió hacia la cueva llamada Siguapa, donde halló algunos nidos y huevos de aquellas aves carnivoras .Registró con más proligidad y fue descubriendo un gran montón de huesos hacinados.Viendo que eran de seres humanos, lo puso inmediatamente en conocimiento de la autoridad local, la cual pasó, acompañada de facultativos y de testigos al reconocimiento de aquel raro hallazgo.

De su actuación resultó que los huesos estaban colocados unos sobre otros en el fondo de la cueva; que entre ellos llegaron a contarse 513 muelas; y que según del Lcdo.D. José Chamorro, facultativo del reconocimiento,pudieron pertenecer como a treinta cadáveres que contarían más de cuarenta años de hallarse en aquel punto.De la declaración de antiguos vecinos resultó no haber sido nunca aquel punto destinado a cementerio, ni tener la menor noticia de suceso ni ocurrencia alguna que pudiese motivar aquella reunión de despojos humanos.


Su origen en nuestro concepto puede atribuirse a una de las tres causas siguientes:


-Primera, a sepulcro de indígenas


-Segunda, a depósito de cadáveres de asesinados


-Tercera, a centro de algún palenque de negros cimarrones.


Lo primero parece convenir por ser aquella una montaña llena de cuevas; pero tropieza con el inconveniente del corto tiempo de 40 años que atribuyeron a los huesos encontrados, los facultativos que los reconocieron.

Lo Segundo no se explica porque en aquella época no se dijo, ni hay noticia de que existiese por allí ninguna banda de foragidos que asesinase a tanto número. La última suposición pues parece la más probable.Las lomas y sus cuevas convidaban a un palenque .Los negros huídos de la parte occidental de la Isla, si no la única, a lo menos la más poblada de aquella raza, seguía en su fuga rumbo al oriente, porque existía entre ellos la creencia de que hacia allí encontrarían su país.Nada extraño fuera pues que refugiados en las cuevas de aquellas lomas, hubiesen ido pereciendo y formando el montón de huesos que da lugar a estas conjeturas.

No es de echarse tampoco al oído la reflexión de un antiguo vecino y conocedor de aquellos terrenos.Según su informe no distaba mucho la cueva a que nos referimos, del que por la época marcada de 40 o más años era camino central de la Isla, o al menos por el que se viajaba con frecuencia a tierra adentro.


Sabido es que careciéndose entonces de vapores, ferrocarriles y demás vías de comunicación, que el notable progreso del siglo, puso a nuestra elección y comodidad, se cruzaban por aquel camino los comerciantes de ganados, los litigantes, y una infinidad de viajeros, que bien pudieron desaparecer paulativamente bajo el puñal del asesino en asecho, y ocupar un puesto en la cueva Siguapa, sin que su falta alarmase ni llamase notablemente la atención; tanto por el corto número de víctimas respecto al de viajeros, cuando porque, careciéndose entonces de poblaciones y aún de vecinos en el largo transcurso de muchas leguas, y escasa por consiguiente la política rural, y los agentes de seguridad pública en tan dilatados desiertos, podían a mansalva acampar cuadrillas de salteadores para perpetrar impunemente los más atroces crímenes.

jueves, 5 de mayo de 2011

El Capitán Nemo de Sagua La Grande


El sagüero y el Nautilus. El submarino mambí.

Este insólito acontecimiento ocurrió durante la Guerra de Independencia cubana en 1897, cuando Mr. William Randolph Hearts, director del periódico “New York Journal” y gran amigo de la causa por la libertad de Cuba, se puso en contacto con el Comité Central Revolucionario de Nueva York” que dirigía José Martí, para informarles que en la bahía de Baltimore estaba fondeado un invento que pudiera servir a la maquinaria militar de los mambises y que él estaba dispuesto a comprárselo al inventor para donarlo a los cubanos.

Se trataba del “Nautilus”, uno de los primeros submarinos creado en Estados Unidos y bautizado así por su creador en memoria al imaginario sumergible de Julio Verne diseñado así para hundir barcos ingleses desde la sorpresa del abismo. Hearts le informó al Comité Cubano que podían pasar a evaluarlo y si acaso les servía, pues podían contar con él para atacar barcos españoles en la costa de Cuba.

El Comité, sorprendido por aquella propuesta, eligió al sagüero Emilio Núñez para que fuera a Baltimore y tratara de inspeccionar con detalles el submarino para saber si esta maquinaria les sería útil en la causa de la libertad. La elección de Don Emilio se debía a que este había sido por mucho tiempo el Jefe de las Operaciones Marinas, mano derecha de José Martí para las numerosas expediciones que se enviaban a Cuba, y su experiencia en el mar lo exponía como primer y único candidato. El General Emilio Núñez sería el capitán del submarino en la primera expedición que se dirigiría a Cuba en caso de que este resultara práctico, seguro y efectivo, así lo decidió el comité por la gran confianza que en él tenían.


En aquel verano de 1897, Don Emilio se dirigió al muelle donde estaba fondeado el “Nautilus”, iba acompañado por Mr. Caldec, periodista del “New York Journal” y una comitiva. Al llegar al sitio lo primero que observó era que el ingenio no era barco total, sino más bien coche, ya que tenía ruedas para trasladarse por el fondo marino, entonces junto al inventor penetraron en su interior. Según anotó, “la inmersión de producía por un sistema de admisión de agua en tanques especiales, agua que era luego expelida por el aire comprimido, del cual contaba con grandes depósitos”.


Después de cerrar las puertas y escotillas comenzaron a hundirse en la profundidad de la bahía, sus oídos comenzaron a sentir la presión de la inmersión. Entonces el inventor los llevó a la cámara de torpedos que en realidad eran minas que debían colocarse manualmente por un buzo en el casco del buque enemigo y no un proyectil que se lanzase desde el sumergible, un buzo preparado para la operación les mostró cada uno de los pasos. Un cuarto de hora que describe Don Emilio como algo inolvidable y angustioso a la vez por las dificultades que tuvo el hombre en colocar la mina y por la presión que sentían en sus oídos. Durante todo este tiempo la cabina se comenzó a llenarse de una espesa neblina que no les permitía verse unos a otros a pocos centímetros de distancia.


Al salir a la superficie el General tuvo que soltar una carcajada al observar la cara de horror que tenía el periodista; según él, su expresión “llegaba a los límites de lo cómico”. Caldec le comentó que no volvería montarse en un submarino otra vez aunque le regalaran el periódico donde trabajaba.


El informe de Núñez fue desfavorable para el submarino basado en el peligro y en las penalidades de maniobra que observó. Al Comité le bastó su palabra y pasó este capítulo cancelando la inusual idea de guerra naval.


En una oportunidad, durante la República, el General declaró: "¿Quién me iba a decir que progresarían tanto los submarinos cuando nos ofrecieron a los cubanos el "Nautilus" para combatir con él a la escuadra española?".

Y de esta forma termina este fascinante capítulo de la Guerra de Independencia donde un sagüero pudo haber sido “el Capitán Nemo” de una historia real.


El honorable y digno General de División Don Emilio Núñez Rodríguez, héroe de mil batallas, fue muy querido y admirado durante la República donde participó en muchas esferas de la vida social y política llegando incluso a ser Vice-Presidente de Cuba. Desde la capital de la Isla siempre mencionaba a su Sagua La Grande y defendía proyectos y progresos para amada Villa del Undoso.

Fue Núñez quien tuvo el honor de izar por primera vez la bandera cubana en el Morro el 20 de Mayo de 1902. Entre sus altos cargos estuvo el de Gobernador Provincial de La Habana.


El 22 de Abril de 1913 el presidente Menocal lo designa Ministro de Agricultura, Comercio y Trabajo.


El 6 de Diciembre de 1913 el Presidente de Cuba Don Mario García Menocal lo designa como Presidente de la comisión para la construcción del monumento al Maine. El 9 de Diciembre de 1913 fue elegido Presidente del Consejo Nacional de Veteranos de Cuba, siendo reelecto un año después el 7 de Diciembre de 1914, los vicepresidentes fueron los generales Gerardo Machado, Manuel Alfonso, Fernando Freyre de Andrade, Pedro E. Betancourt y el coronel Cosme de la Torriente.


El 18 de Enero de 1916 la Asamblea Nacional del Partido Conservador lo postuló como vicepresidente junto al presidente Menocal y durante el segundo período de Menocal (1917-1921) es Vice-Presidente de la República de Cuba.

En las tres Guerras, fue uno de los más bravos combatientes que tuvo la jurisdicción de Sagua La Grande. Nació el 27 de diciembre de 1855 en Sagua La Grande donde se incorpora muy jóven a la guerra de los 10 años; organizó y dirigió la guerra chiquita en la zona. Fue capturado y hecho prisionero en castillo El Morro de donde escapa y vuelve a Sagua donde organiza un grupo para operar en San Diego del Valle hasta 1880 que José Martí lo convence de que ese intento no era factible por el momento. Marcha al exilio donde se relaciona mucho con Martí y hacen buena amistad. Desde Estados Unidos envía armas, municiones y alimentos a Cuba como General en Jefe del Departamento de Expediciones, para luego regresar de nuevo a sus adorados campos sagüeros donde se hace General de División. Participó en las tres Guerras. Es graduado de Cirujano Dental en la Universidad de Pensilvania. Tuvo el honor de ser uno de los cinco Generales que entraron a La Habana junto al Generalísimo Máximo Gómez.


Fallece el 5 de mayo de 1922 en La Habana. Entre sus descendientes actuales está el destacado banquero Sr. Ricardo Núñez Portuondo, el Doctor Emilio Núñez Portuondo (padre de Emilio Núñez Blanco, que es el esposo de Mirta Díaz-Balart ,la primera esposa de Fidel Castro). Sus hermanos fueron también grandes patriotas de la “Brigada Sagua”.