domingo, 27 de febrero de 2011

La poza de la vieja trabuco

Leyendas de Sagua La Grande

Es éste, el nombre que recibió y aún conserva, un pequeño tramo del río Sagua, en su margen derecha, y muy cerca de los chorrerones del Hicacal, donde sus aguas forman un recodo para que el cauce bordee la parte sur de la población.


En este lugar formó el río un remanso,facilitando así, un excelente baño a los muchachos que uníanse diariamente formando grupos que salían de la ciudad en busca de los deleites de las aguas del Undoso y de la víctima de sus maldades.Vivía allí en aquel tiempo una campesina de alma varonil,cuya diversión era derribar con su hacha,el árbol del tronco más grueso y arar las tierras con el arado que mayor surcado hiciera.

Comienza así el origen del nombre del remanso:”poza de la vieja Trabuco”, porque comienzan también los episodios que se recuerdan aún :LA VIEJA TRABUCO Y LOS TRAVIESOS MUCHACHOS, encontrando ellos en dicha poceta el centro de sus diversiones como nunca Pensaron hallar en un baño natural del río Sagua.

Muy cerca de la poceta comenzaba una pequeña finquita, propiedad de esta rara campesina, que aunque rara, ocupábase solo,del bienestar de su escasa familia y de los cultivos que en su tierra realizaba.


Comienzan dichos sucesos, porque no haciendo caso,los muchachos que allí se bañaban, de la poca distancia que los separaba de la casa de la robusta campesina,bañábanse sin otro traje que la piel al aire libre. Aquí empezaban los retozos y los juegos que ellos mismos formaban, tales como el de la “corua” que consistía en imitar al ave marina que se sumerge para atrapar la presa…y así llevaban a cabo algunos más.Otras veces corrían por las orillas diciéndose toda clase de palabras mal oídas,hasta que llegaban a oídos de Doña Rufina-que así se llamaba-molestándola de tal modo que no podia menos que acudir a donde los “bribones”se bañaban, yendo con su indumento propio: zapatos de baqueta y macheteen la cintura; los amenazaba, les repetía las palabras, y muy a menudo tenía que darse un baño nada refrescante porque los perseguía hasta que se perdían de vista, después de decirse las injuries propias del caso,teniendo doña Rufina que cruzar la poceta a nado.


Estos espectáculos incitaban la maldad de los “canallas” quienes no faltaban un solo día a la poceta para gritarle a doña Rufina,”Trabuco”,sobrenombre que le asignaron por su voz fuerte y ronca y por las amenazas de que los hacía objeto.

Así fueron sucediéndose día a día dichos sucesos,hasta que algún tiempo después,quizás por este motivo, quizás por otro, Doña Rufina Rodríguez tuvo que abandonar su finquita e irse lejos de quienes le proporcionaban tan malos ratos y tantas maldades que no merecía.


Ha seguido con el nombre de “La poza de la vieja Trabuco” solamente el lugar, porque la poza no existe rellenada por deposición de las aguas del río.Y en la brillante finquita que cultivara doña Rufina, solo queda para no olvidarla, algunos árboles que ella con su arado y su machete cultivó.





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1970 - 2011

sábado, 26 de febrero de 2011

Jean Laffite en Cayo Cristo


Los últimos días del pirata.

 En 1821 llegó a Cayo Cristo una embarcación mandada por un hombre de tipo distinguido, trigueño, con catorce hombres en su tripulación y allí se quedó con su esposa.


El capitán decía llamarse Bretón y ser mitad español y mitad francés. De vez en cuando salía de viaje con sus marinos dejando a su mujer en el cayo. En una ocasión le trajo un clavicordio y ella lo tocaba como los mismos ángeles, pero solo a su marido y a puertas cerradas. Sus hombres lo admiraban y respetaban pues él no era de su misma clase, mostraba ser un caballero culto,pero sobre todo era un excelente espadachín y manejando muy bien la pistola todos le temían.Una especie de Conde exiliado,un misterio que a nadie le interesaba aclarar.

En el cayo le nació una hija a la cual bautizaron como María y allí creció con los años. Su padre salía en largas temporadas y luego regresaba con al carga que le permitía mantener un cómodo régimen de vida. Fue visitado en ocasiones por gente ilustre pero nadie conocía en realidad de quien se trataba. Su tripulación con sus mujeres hicieron una verdadera población en Cayo Cristo pero nunca su refinada esposa se mezcló con el resto de los vecinos y solo hacía tocar su clavicordio en un lamento que escuchaba todo el islote.

La niña seguía creciendo rodeada del misterio que envolvía la procedencia de sus padres. Se empezó a rumorar que él era un noble exiliado, quizás un corsario retirado,un jefe pirata que vivía en aquel tranquilo refugio para disfrutar en paz de sus riquezas…que sus viajes eran solo un pretexto, porque el oro lo guardaba en cofres y que tenía tantos que algunos los había enterrado en lugares especiales,más seguros que el cayo,para futuras contingencias.

La esposa era una culta mujer que hablaba varios idiomas y servía de maestra a la pequeña María por no existir escuelas allí. En Sagua e Isabela ya se hablaba de “el hombre de Cayo Cristo” y el misterio que lo rodeaba.Mientras más crecía la niña más preguntas le hacía a su madre sobre quienes eran,de donde venían,quien era su padre y sobre todo le intrigaba un cuarto que durante toda su vida estuvo cerrado con llaves.Su madre le explicaba que en ese cuarto su padre guardaba papeles y pertenencias íntimas,también le explicaba que con el tiempo ella le contaría más de sus pasados.


Un día corrió por la arena a esperar el barco de su padre que anclaba pero se extrañó que este no bajó de primero como siempre lo hacía,en cambio todos los lobos de mar bajaron con rostro sombrío y dirigiéndose a su casa le dieron la triste noticia a su madre de que el capitán había muerto de fiebres en las costas de Yucatán. Aquello fue horrible para la fiel amante que completamente destruída nunca más tocó el clavicordio.Los hombres de mar también estaban muy afligidos y sin rumbo. Todo había terminado,el principal guía de todos había dejado de existir.¿Qué harían sin él?.Aquella comunidad se fue disolviendo y la bella dama murió de tristeza. María que ya tenía 18 años decidió entonces mudarse para Sagua y hacia allá fue con su fiel criada Yambi dejando atrás sus años dorados de Cayo Cristo.

Una nueva vida comenzaba para ella con el nombre de María Rodríguez y con el tiempo se casó con un hombre de apellido Alonso formando una familia que mezclada entre la naciente sociedad sagüera fue borrando su intrigante pasado del cayo, pero he aquí que comienza la fascinante historia cuando, pasado muchos años Doña Mariquita, como le llamaban sus vecinos,decidió contarle a la abuela de Don Rafael Rasco las verdades de sus antepasados.

Era el año 1895 y ya María o Mariquita tenía 73 años y la abuela de Rasco tendría unos 34 en esa fecha. Alicia, la hija de María se había casado con Juan Antonio Someillán hermano de la abuela de Rasco y todo quedaba en familia.

Comenzó doña Mariquita contándole que en realidad los nacidos en el Cayo eran de descencia pirata,ella lo era. Su padre no era en realidad el capitán Bretón como todos creían,ese era un sobre nombre para ocultar el real,pero eso se lo contaría después. Su madre era de una de las familias criollas más conocidas de Louisiana y vivían en una plantación al norte de Nueva Orleans que era uno de los lugares que su padre visitaba con frecuencia.

“Mi madre fue educada en la Ursulinas-que entonces era la escuela a la que asistían las señoritas de aquella sociedad- preparada,en fin,para hacer un gran matrimonio,pero se enamoró de un hombre que no era exactamente lo que su familia quería para ella.Se enamoró,y él de ella. Estos amores fueron un secreto porque él-que era un caballero no quizo nunca que a ella la rozara nada de la fama que él tenía porque pensaba- según mi madre me decía- que no era digno de ella; por eso el secreto, porque sabía que un día tendría que irse y no quería dejarla con el estigma a los ojos de aquella sociedad de haber sido la novia del pirata que probablemente en la lengua de la gente sería calificada como la amante. El lo sabía porque conocía aquel ambiente, sabía que lo temían, lo adulaban, pero que eran capaces de clavarle un puñal por la espalda”.

Por eso la noche que él vino a despedirse, cuando le explicó la situación,ella, sin pensarlo dos veces, decidió irse con él. El no quería llevarla, pero ella se lo pidió, se lo suplicó,le dijo que el día que él se fuera de su lado sería la muerte para ella, como luego fue en realidad. Por eso, por el secreto absoluto de estos amores que nadie ni sospechaba, mucha gente pensó que el pirata en su huída, había raptado cobardemente a la más bella flor de Nueva Orleáns. La verdad nadie la sabía, que era ella la que le había implorado para que se la llevara”.


Y doña Mariquita que ya no estaba tan alegre,recordando todo aquello que era la historia de su padre y de su madre, terminó aquella parte de su narración, diciendo:

Desaparecieron de Louisiana, nadie más supo de ellos.

Un momento después la abuela de Rasco, que estaba realmente interesada en la historia, volvió a preguntarle:

¿Y cuando sucedió todo eso?

En 1821-le repuso doña Mariquita; y empesó desde el principio a desarrollar su larga historia contándole que su padre había llegado a Nueva Orleans al año de la compra de Louisiana por los Estados Unidos y pronto llegó a ser un ciudadano muy conocido en esa localidad donde se relacionó con personalidades muy importantes de la sociedad como abogados y politicos,incluso uno de ellos, Latour, lo fue a visitar a de Isabela a Cayo Cristo en una ocasión Cuando llegó la Guerra su padre ofreció sus fuerzas de más de mil hombres y un puñado de barcos armados y gracias a su ayuda la ciudad no cayó en manos de los ingleses.Luego de esto decidió marcharse con su esposa al paraíso de Cayo Cristo y nunca más se supo de este interesante personaje.


El pirata de esta leyenda se llamó Jean Laffite y la historia no conocía su destino final, pero gracias a la revelación de su hija María en 1895 a la familia Someillán es que este fascinante relato se ha podido rescatar del olvido. En algún lugar de Sagua La Grande deben quedar los restos del clavicordio de Marie Dubois y los documentos de Laffite que su hija tanto conservó. Por muchas venas de actuales sagüeros corre la sangre de aquel temible corsario de los mares,el legendario Jean Laffite.


Nota de Pedro Suárez Tintín: El 4 de Enero de 2001 hablé telefónicamente con Rasco para confirmar algunos datos genealógicos y sobre su narración. Su prima Kitty Brown de Barturen me dió su teléfono pues él vive como retirado en Long Island, Nueva York donde ha sido por mucho tiempo profesor de español y literatura en St. Paul’s School, Hofstra University, Adelphi Suffolk College y en el C.W. Post College de Long Island University. Se trata de un ser humano verdaderamente excepcional y me ha confirmado como algo familiar este relato tan conocido en las calles de Sagua a principios del siglo XX y los narramos por primera vez en Internet (22 de Agosto de 2001). Para mi constituye una de las investigaciones más interesantes que he realizado sobre la jurisdicción de Sagua La Grande.




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viernes, 25 de febrero de 2011

El Niño y la Virgen

LEYENDA DE SAGUA LA GRANDE
Eran las 2 de la madrugada del 4 de Septiembre de 1888 y el pintoresco Puerto de Isabela de Sagua comenzó a sentir las fuertes ráfagas del anunciado ciclón al cual muchos no habían hecho caso a pesar de que las autoridades lo había advertido hasta la saciedad; un tren llevó a Sagua un grupo de familias y por las fuertes ráfagas se volcó cerca del alambique, un segundo tren no regresó debido a oposición de los isabelinos que se negaban a abandonar su querido hogar y las trágicas consecuencias no se hicieron esperar.

A las 9 de la mañana del día siguiente ya quedaban muy pocos edifificios en pie y habían ocurrido muchas desgracias humanas, las madres aparecían por todas partes en macabra escena con su hijos abrazados, los cuerpos flotaban por todas partes.

Unas 500 personas que se refugiaron en la Iglesia de Madera vieron con horror como las grandes puertas cedieron al poderoso meteoro a pesar del gran esfuerzo de los bomberos por mantetenerlas selladas.Los bellos edificios desaparecieron, la estación ferroviaria llevada a ruina, el tren de Isabela volcado como un juguete, hundidos el Casino Español y de Artesanos, y por todas las calles el siniestro silbido del monstruo arrastraba zines, tablones, ladrillos y materiales que se estrellaban con contra las pocas estructutas que quedaban en pie.

El río se salió de su cauce y la Isabela comenzó a desaparecer cuando sus aguas se unieron con las del mar. Aquello nunca antes lo habían visto los pobladores de la Boca de Sagua. Tristemente decenas de las más conocidas familias isabelinas desaparecieron totalmente para siempre, pero en una de ellas sucedió lo curioso y legendario que es el motivo principal de esta narración.


Se cuenta que entre tanto cadáver flotando por todas partes la Comandancia de la Marina encontró a un niño de 8 años flotando vivo sobre una tabla de salvación el cual, al ser rescatado les contó como una mujer bellísima que flotaba sobre el mar con largo velo blanco, lo guío en sus propios brazos hacia la Aduana de Isabela de Sagua.

“Esta mujer era La Virgen del Carmen, la patrona de los isabelinos”

El niño llamado Juan Acosta fue adoptado y criado por el Comandante Don Manuel de Dueñas y durante la primera mitad del siglo XX se le conoció como “Juan el Muerto” debido a su milagrosa salvación. A Don Juan se le conoció en Isabela como un verdadero lobo de mar conocedor profundo e inteligente de sus grandes secretos y se le admiró y respetó por haberse convertido en una especie de exégesis o versión de los náufragos de la Caridad del Cobre o del mito mejicano de Juan Diego y la Virgen de Guadalupe en territorio sagüero.

¿En qué se diferencia nuestro Juan el Muerto y su vida ejemplar de otros videntes o testigos de la Inmaculada?.La Iglesia tomó muy buenas notas de este fascinante suceso pero después de la muerte de Don Juan a mediados de nuestro siglo XX, el férreo materialismo que ha invadido a nuestra sociedad, no ha permitido que la nueva generación se entere de acontecimiento tan trascendental para sagüeros e isabelinos.

Nunca olviden las leyendas pues la providencia las coloca dentro de cada capítulo de nuestra historia de forma casi imperceptible para que las próximas generaciones las liberen de la didascálica botella por muchas razones esotéricas que no podemos comprender…

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domingo, 20 de febrero de 2011

La Leyenda del Sábalo , Sagua La Grande

(Recopilada en 1940 por los alumnos del Instituto de Sagua la Grande)


Sagua La Grande es una población pródiga en leyendas, una de las más conocida es la del “Charco del Sábalo”.


El caudaloso río Sagua tiene su parte más profunda al comenzar la calle Colón, antiguamente calle Real, y era aquella parte profunda del río la que los antiguos sagüeros llamaban “charco del sábalo”.Entre ellos había la creencia de que allí habitaba un sábalo de grandes dimensiones; muchos pescadores que lo vieron le calcularon un tamaño y peso enorme.

Era un pez que no intentaba hacer daño,jamás hizo mal a nadie y cuando estaba cerca de la orilla o en la superficie del río y se aproximaba algún hombre o animal, el ruido de las aguas denunciaban que un cuerpo de gran peso se revolvía en ella, y lentamente se alejaba, calmándose las aguas.


Durante el día se ocultaba en la oscuridad que proyectaban los güines que crecían espesos en la orilla del río,o debajo del cantil que tenía el charco en su parte más profunda.


Aseguraban los vecinos que de noche se oían grandes bufidos que daba el animal al salir de las aguas.

Cuando perseguía la lisa u otro pez,parece que para alimentarse,y se acercaba a la orilla, por el paso del “paso real”, la ola o marejada que levantaba en las aguas, era sorprendente.


Varias personas intentaron pescar al sábalo, pero él no les hacía caso a la “carnada” que le tiraban, y un día un pescador famoso, y gran nadador sagüero, llamado Pepe Artigas, se propuso pescarlo,pero con un arpón, y cuando lo tuvo al alcance de su poderoso y certero brazo,el taimado sábalo le dió un coletazo al agua, empapando al pescador, y lo único que éste pudo lograr,fue arancarle una gran escama,que era del tamaño de un plato pequeño.


Parece que con el transcurso de los años,el sábalo,aprovechando una de las crecidas del río se fue al mar,y no se le vió más, y el único recuerdo que se guarda de esta leyenda es el nombre que se le dió a ese lugar del río: ”El Charco del Sábalo”.


Hasta aquí lo recopilado por los estudiantes del Instituto, pero debemos agregar que las tallas de los sábalos en el río Sagua La Grande son algo anormales si se compara con las de otros ríos de la región Sabana y Sabaneque según afirman los pescadores fluviales.Yo recuerdo en 1973 ó 74 la imágen de Juan, un pescador residente en la calle Solís entre Brito y Gonzalo de Quesada , salir del Charco La Palma con un enorme sábalo a sus espaldas que arrastraba la cola por la calle y detrás de él corrían gran cantidad de muchachos no ocostumbrados a ver semejantes tamaños en nuestro pequeño río.En la actualidad estas poblaciones de sábalos ya comienzan a disminuir.




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1970 -2011

sábado, 19 de febrero de 2011

El Charco La Palma

A lo largo de los 152 kilómetros del río más largo de la costa norte de Cuba, El Undoso, no existe ricón más misterioso y poético que el tradicionalmente llamado “Charco de la Palma”.El folclore local da fe de este incuestionable galardón.

La tradición ha acumulado tal cantidad de tragedias en torno a este oscuro foso que los espíritus desencarnados vagan tranquilamente en horas de la noche despreocupados y seguros de que ningún mortal osará hollar sus dominios.

Aun durante el día este es un sitio tabú para los vecinos de la zona, pues “el enorme remolino” que allí se forma atrae o “se traga” a cualquier objeto flotante que penetre en el óvalo central siendo común entre los bañistas la frase de: “no te alejes más;te coge el remolino”.


Mi inolvidable amigo Benito Serrano (uno de los últimos mambises de la brigada Sagua, mensajero de José Luis Robau) me contaba que antes de construirse la carretera (Desvío Sagua-Sitiecito) existía una cavidad junto al antiguo camino por donde podía escucharse el rumor de las aguas salvajes lo cual hacía suponer a sus mayores la presencia de un río subterráneo lo cual, según él,corroboraba una leyenda más antigua que aseguraba la existencia de una cueva en lo profundo del Charco La Palma. Uniendo estos dos datos se tendría como resultado la explicación del “remolino”,es decir,un desagüe subterráneo que en forma de embudo “se traga todo objeto que por allí pase”.

Muchos viejos vecinos de la calle Brito nos confirmaron que habían escuchado el cuento de la casimba que existía en el antiguo trillo del desvío donde sus padres acercaban el oido para escuchar al supuesto arroyo subterráneo o tragante del Charco. Si esto huviera sido real se podría entonces justificar las leyendas de objetos perdidos en un área relativamentetan pequeña.


Cuenta una de las leyendas que la carreta de un negro haitiano que en ocasiones descendía hasta la orilla del río, un día desapareció en medio del remolino con bueyes y dueño ante la mirada atónita de los que allí pescaban. Se buscó por algunos buzos amarrados por la cintura pero ni rastros de ella.”Se lo llevó el río subterráneo-decían los rescatistas.

En otra ocasión, después de la inundación de 1904 que se llevó el Puente de Madera de Sagua, el dueño de un terreno al otro lado del río puso un andarivel o cable de acero de una orilla a otra a través de uno de los bordes del Charco para pasar en una especie de balsa. Se cuenta que una tarde cuando regresaba de sus labores con otras dos personas y sacos de productos agrícolas un borde del remolino lo arrancó del cable y después de muchas vueltas en círculos con horrorizados gritos de los pobres hombres, la tenebrosa garganta del diablo se engulló a otra de sus tantas víctimas. Botes y nadadores desaparecidos a través de los tiempos en este círculo infernal son incontables.Se dice que en otra ocasión la balsa del andarivel de Céspedes se desprendió con varias personas durante una corriente rápida del río. A través del trayecto todos lograron lanzarse al agua y nadando hacia las orillas pudieron salvar sus vidas, pero el dueño, que no quería perder su embarcación se aferró a ella pensando que con el remo podría acercarla a uno de los bordes del furioso río. En pocos segundos atravesó la barranca de Salvador Herrera y la de Solís tropezando en ocaciones con tierra, pero ya era tarde, al levantar su horrorizada mirada ya estaba encima del temible Charco La Palma y en un último esfuerzo se lanzó al agua pero tanto su balsa como su dueño comenzaron el giro de la muerte hasta desaparecer en las oscuras profundidades.

"El Remolino” estaba más lento en algunas épocas de poca corriente y algunos valientes se bañaban por el lado del cayito (a contra-corriente) pero aun así los peligros no terminaban del todo;en esa sepultura del infierno existía otro temor para los vecinos del Undoso; allí en medio del siniestro embudo vivía una criatura sobrenatural cuya sola mención los hacía palidecer de pánico.

Cuando el sol comenzaba a caer y la penumbra se arrastraba por el Charco De La Palma ya nadie más merodeaba estos lóbregos parajes.La infinita soledad del oscuro reino se hacía en extremo propicia para que entonces emergiera de entre sus aguas una entidad humanoide no conocida en los catálogos zoológicos pero si clasificada en el feudo de la fábula como “El Güije”,el negrito anfibio de los ríos de Cuba que nunca ha mordido a nadie pero sí los ha matado del corazón…(Ver: El Güije).





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1970 - 2011

martes, 15 de febrero de 2011

La Laguna de los Hoyuelos

Después de la Cueva del Agua de Los Mogotes y El Charco La Palma del Undoso, la Laguna de los Hoyuelos es uno de los sitios más legendarios de Sagua La Grande.En épocas ya pasadas un enorme estanque de agua existía al otro lado de la línea del ferrocarril y este, junto al río, constituía parte de la geografía de nuestro pueblo. Sagua tenía un río y una laguna y si regresáramos a uno de nuestros antepasados en una máquina del tiempo,este no podría concebir a La Villa del Undoso sin “Laguna”. Incluso en la actualidad a este barrio se le llama “La Laguna” a pesar de que sus calles están completamente secas. Hemos construído la hipótesis de que esta fue una especie de represa natutal que nuestros indios contuvieron para abastecerse de agua, pues un buen día, durante el primer cuarto del siglo XX, nuestros padres la vaciaron.


Aquí por siglos se ahogaban los pobres vecinos de Sagua, se hundían carretas de bueyes completamente cargadas, aparecía la Madre-Agua del Mogote y El Guije del Charco La Palma. Al parecer todo el manto freático de la región estaba comunicado a este importante centro acuífero de Sagua. El terror a esta laguna era superior a cualquier otro punto geográfico. Pero veamos la descripción de Pedro Marino Ruiz Rojas en 1939:


“Siguiendo por la calle de Máximo Gómez, la primer cuadra de buenas viviendas, hasta hace poco era una cerca de los terrenos dentro de los cuales, llamados Quinta Someillán, existió la Casa de Salud de los Licenciados del Ejército o Cosmopolita; enseguida tenemos los terrenos del Taller de maderas, ocupados antes en gran parte por la Laguna de los Hoyuelos, que aún cuando no existe actualmente, es un lugar importante de Sagua, señalados en los planos de la población, con su historias y leyendas; esa laguna Antigua barrera, o lugar donde se sacaba barro para los tejares, llegó a tener una gran extensión y decimos barrera, pues en su desecación no se encontraron manantiales de ninguna clase, en ella tomaba agua la Empresa del Ferrocarril, hace muchos años, se trató de la desecación de la Laguna, como medida higiénica; pero hubo mucha oposición, alegando que de ella se surtían de agua, algunas industrias y el Ferrocarril, siendo abandonado el proyecto.”


“Junto a la LAGUNA existía la Pailería del Sr. Planas, y también un callejón, que partiendo por donde está hoy la línea a Corralillo, comunica con el Camino de Santo Tomás del Abra, cuyo callejón fue cerrado por la Empresa del Ferrocarril, a pesar de todas las gestiones hechas por Planas y entonces éste en una noche desecó la laguna; se dice que él conocía por donde se comunicaba la laguna con una furnia o sumidero y había destapado la entrada.La Empresa al perder el agua de la laguna, estableció su aguada en Sitiecito, y pasando el tiempo la laguna volvió a llenarse,estableciéndose allí el Taller de Maderas”.


Fue el propio Pedro Marino en 1909, cuando era Maestro de Obras Municipales, el que decidió hacer dos pozos para desaguar La Laguna lográndolo por fín después de tantos años de especulaciones.La vieja tradición establecía que existía una furnia natural ‘TAPONADA” desde la época de los indios pero Marino nunca la pudo encontrar. Después de vaciar la vieja laguna fue que se demostró que la leyenda era real encontrándose la furnia o caño natural por donde se comunicaban las aguas de La Laguna con el Manto Freático.Nos contó Don Pedro Marino Ruiz que esta se encontraba al lado del gran algibe construído por el Sr. Valetín Arenas, para surtir de agua el Taller de Maderas.

Con esta desecación de la Laguna muchos afirmaron que la historia de Carretas Perdidas, ahogados y Monstruos eran falsas puesto que la Laguna no tenía la horrenda profundidad de la Leyenda, pero siempre quedó la duda de “el desagüe” o caño por donde desaparecían las aguas hacia la profundidad.

No se necesita profundidad sino “DRENAJE” para que la leyenda persista. De ahí que después de la desaparicion de La Laguna de los Hoyuelos los Mitos no han podido destruirse y muchos continuan afirmando que por esa Furnia era por donde nadaba desde El Mogote la horrenda Madre del Agua y a la vez el ancestral negrito del Charco La Palma (El Güije”). Suponemos que para completar la tésis el orificio debió ser mayor en tiempos de leyenda pues de lo contrario hoy en día encontraríamos a las tantas carretas pedidas en sus funestas aguas.Si un día desapareció tanta gente como afirma la tradición, esto se debió al peligroso embudo más tarde taponado, pero de ninguna forma los amantes de La Leyenda aceptarán que tantos siglos de interesantes anécdotas vayan a desaparecer con el desagüe de La Laguna De Los Hoyuelos. A continuación les narraré lo que recopilaron los alumnos del Instituto de Sagua en 1940 entre los que se encontraba mi actual amigo y codiciado escritor de la Revista “El Undoso”, el doctor Marco Antonio Landa.


“El vizcaíno Ignacio Lohera ocupaba el puesto de encargado de los Almacenes de Hoyuelos, cuando la Laguna de este nombre se encontraba en su magnífico explendor”.“Bandas de ganzos, garzas y patos adornaban las tranquilas y relucientes aguas de esta legendaria laguna sagüera”.“En aquel tiempo cualquier hecho por insignificante que fuera, era recogido por la calenturienta imaginación popular, y transformados a su antojo en hecho s de exagerada magnitud que hacía poner los pelos de punta a los incrédulos habitantes de este pueblo”.


“Ejemplo patente de lo anterior lo constituye la bellísima leyenda que rodea la Laguna de los Hoyuelos”.

“Decía esta leyenda que “todo aquel que penetraba en esta laguna desaparecía para siempre”.También se afirmaba que una yunta de bueyes había desaparecido en sus aguas”.


“Aunque nadie había visto al monstruo, muchos afirmaban que se trataba de una serpiente de gigantescas proporciones, mientras que otros achacaban las desapariciones a una madre de agua, que como una sombra negra se llevaba sobre la superficie de las aguas y devoraba todo cuanto encontraba en su camino.Esto último era sostenido por Juan Oyuelos, moreno que vendía por las calles de la población el agua extraída del aljibe de los Almacenes, que aseguraba haber visto a la espantosa madre de agua en varias ocasiones”.

“Los viejos y aún los jóvenes escuchaban con atención las fantásticas narraciones del moreno Juan y adornándolas con algo de su propia cosecha, las repetían más adelante”.

“Lo verdaderamente extraño de este caso, es que,aunque nadie había visto ni la madre de agua ni la serpiente gigantesca, todos los habitantes de nuestro pueblo estaban materialmente seguros de la veracidad de las afirmaciones del moreno, y sentían verdadero terror por la Laguna de los Hoyuelos”. Lo que constituye la única verdad de esta leyenda, es que nadie se aventuraba a penetrar en las aguas de la laguna, y aún hoy los pocos que lo hacen en lo que queda de ella, experimentan cierto temor por la madre de agua que existe según la leyenda de “la Madre de Agua de la Laguna de los Hoyuelos”.



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viernes, 11 de febrero de 2011

El Güije del Undoso

La criatura del río Sagua


Cuando va cayendo la tarde los pescadores y flecheros del Charco La Palma se van retirando como antípodas de los vampiros; por el día respetan al río pero por la noche se les une el temor al Güije esa extraña criatura mitológica de la cultura fluvial que aunque también se le ha visto por el día, su verdadero reino es el de la oscuridad.

Yo nací en Gonzalo de Quesada # 48 a unas dos cuadras del Charco La Palma por lo que me puedo considerar un ribereño, toda mi generación qu e nació a finales de los cincuentas se crió en el Undoso y hasta nadábamos mejor en nuestro río que cuando íbamos a Uvero, pero cuando llegaba la noche se nos ponía la carne de gallina el solo pensar encontrarnos cara a cara con El Güije. Nos parábamos en la barranca de Colón y Brito para mirar aquella “boca de lobo” pero hasta ahí llegaba el camino.Por muchas generaciones se cultivó esta leyenda que hasta cierto modo tranquilizaba a las madres de la cultura del río cuyo principal temor lo era recibir la noticia de un hijo ahogado.Algunos de mis amigos de infancia murieron producto de esas cercanas aguas que tanto nos atraían, pero la gran mayoría lo respetaba sobre todo debido “Al Remolino” y al “Güije”.


La tradición contaba que aquí vivía desde tiempos remotos un extraño ser de color negro, con rabo y ciertos rasgos humanoides que aunque anfibio podia permanecer mucho tiempo fuera del agua. Por ser una leyenda tan antigua y tan popular está rodeada de tantas variantes que sería muy dificil hacerlas coincidir a todas, pero a modo general podemos decir que incluso muchos afirman que los hay hembras pues muchos valientes testigos amparados en la oscuridad de la noche y en los tupidos matorrales que aquí abundan, llegaron a verlos sentados a orillas del cayito con su pareja al lado.

Pero lo más interesante de todo es que en cierta ocasión se capturó uno y todo el público sagüero pudo admirarlo ya que lo tenían amarrado en el ala izquierda de la Cárcel (por la calle Salvador Herrera) y cientos de personas, a través de la cerca de malla, pudieron verlo comiendo lagartijas. Se trataba de una figura repugnante que nadie quería recordar, amenazaba al público con agresivas mordidas al aire y en cierto momento se temió que reventara la soga con la que estaba amarrado porque se ponía muy furioso y con chillidos ensordecedores se revolcaba como un rabioso gato acosado y le costó mucho trabajo a los guardias meterlo en un tanque de agua para su posterior traslado.

Muchas muertes ha ocasionado este monstruo en las aguas de su dominio y los bañistas le temen. Algunos que lograron escapar vieron sus afilados colmillos y largas garras a punto de atraparlos para siempre. Al parecer los Jueves y Viernes Santos son los días preferidos del Güije para cazar seres humanos, por lo que se recomienda precaución a los sagüeros en estas fechas sobre las demás.

Han quedado para la historia los nombres de los capitanes José Vicente y Francisco Almeida personas respetables que narraron a sus superiores que vieron al Güije mientras perseguían a un bandido y que incluso le dispararon sin poderlo matar.Al sentir el ruido de sus armas, la criatura se zambulló en el río profiriendo espantosos aullidos.

En la descripción más antigua sobre el güije, se le concibe como una criatura que solo puede ser vista los Jueves y Viernes Santos calentándose bajo al sol y no se le puede mirar pues instantaneamente se caería bajo sus garras.


En la actualidad la contrucción de la Presa Alacranes ha reducido mucho el caudal del Río Sagua La Grande y “El Remolino” no es muy notable, ¿Acaso ha sido taponada la cueva subacuática debido a la basura que allí se ha vertido por dos siglos?.De ser así el Güije estaría encerrado en esta botella geológica esperando por un Aladino que lo libere. Sin embargo en tiempos actuales algunos pescadores fluviales insisten en haber visto al Güije y nos preguntamos ¿No será que estos seres extraordinarios tienen como morada al mundo astral y en nada los afecta nuestro ambiente material?… debe ser así…púes de lo contrario,“la contaminación actual de nuestro río “no hay Güije que la soporte”.



Del libro: "Mitos y Leyendas de Sagua La Grande" de Pedro Suárez Tintín
Copyright Tintin Collection 1998

miércoles, 9 de febrero de 2011

El Barco Fantasma



Algunos pescadores actuales lo han visto.Se trata de un viejo galeón español en muy mal estado pero aún con todo su velamen y aparejos erectos; de ahí que los pescadores y marineros afirmen que este barco está atrapado en algún sitio y se desprende ocasionalmente con las tormentas.

Lo vió por primera vez Don José Beltrán, pescador natural de Corralillo, que en 1867 había arribado por unos días de mal tiempo a Bahía de Cádiz donde el torrero muy amablemente le acotejó unos camastros a él y sus 3 amigos en un ricón del majestuoso Faro para que esperaran el buen tiempo y pudieran continuar su fatigosa faena de pesca.

Era un mediodía oscurecido por la tempestad y todos, incluyendo el farero, dormían profunmente la soporífera siesta de truenos, pero Don José inquieto por su negocio de pesca observaba las furiosas olas desde lo alto de la torre como esperando que de un momento a otro se detuvieran ;ya todo el día anterior y la noche completa habían tenido la misma intensidad de vientos.Cabeceaba medio hipnotizado por la monotonía del escenario cuando de pronto vió una voluminosa estructura que avanzaba en la misma dirección del viento oeste muy cerca de ellos lo cual le hizo despertar completamente y poniéndose de pie abrió bien los ojos para estar seguro de lo que veía. Aquello era un barco, no cabía dudas, y estaba peligrosamente muy cerca de la orilla por lo que debía alertar al farero de lo que estaba ocurriendo.

Bajando a la velocidad de un rayo despertó a todos con sus gritos e inmediatamente los cinco subieron al domo superior desde donde aún se observaba el extraño barco avanzando muy lentamente hacia occidente.

Es muy raro- dijo el farero- tiene la figura de un galeón muy antiguo y sus velas están izadas; dentro de ese barco no puede haber nadie pues ningún capitán sería tan negligente.


Pero también es raro su lentitud con tanto viento- agregó el pescador- y sus velas apenas están hinchadas, parece un barco a la deriva…

O es una visión- ripostó otro de los pescadores…


Todos se miraron con cierto aire de espanto.Habían escuchado viejos relatos de mar hablando de barcos fantasmas pero como viejos pescadores de experiencia, nunca lo habían creido; ahora se encontraban ante un fenómeno que no podia tener otra explicación.Un barco muy cerca de la costa ,en medio de una tempestad, con el velamen activo y sin ninguna actividad humana visible ya se habría estrellado contra las salientes rocas de la orilla. No existía lógica en aquel extraño evento;además un galeón no era barco para navegar en esta época…


De pronto la rara nave comenzó a girar lentamente hacia el norte, giro que aprovechó el farero para escrutarla con más detalles con su potente catalejo por su parte posterior. Enfocando el cristal hacia la popa, pudo admirar un rico y complejo decorado de sus maderas, obra de arte admirable, pero lo que más le llamó la atención fueron unos grandes caracteres rojos que decían “Santa Lucía”, !El barco tenía nombre, su identidad lo hacía más real!. En medio del oscuro velo de la borrasca, el navío fue desapareciendo como tragado por el diluvio…


Esa es la estraña historia que contaba frecuentemente el viejo lobo de mar Don Pepe Beltrán cuando fue a vivir su retiro a Sagua La Grande en 1885. El barco fantasma se ha seguido viendo hasta los tiempos actuales por testigos vivientes. Pero de su boca también quedaron otros relatos de mar que le habían sido transmitidos por el farero del Cayo Bahía de Cádiz y otros amigos del océano.


 
Para ampliar sobre cada caso:
ARCHIVO SABANEQUE
 

Del libro: "Mitos y Leyendas de Sagua La Grande" de Pedro Suárez Tintín
Copyright Tintin Collection 1998







miércoles, 2 de febrero de 2011

La Leyenda del Sábalo


Sagua La Grande es una población pródiga en leyendas, una de las más conocida es la del “Charco del Sábalo”.

El caudaloso río Sagua tiene su parte más profunda al comenzar la calle Colón, antiguamente calle Real, y era aquella parte profunda del río la que los antiguos sagüeros llamaban “charco del sábalo”.


Entre ellos había la creencia de que allí habitaba un sábalo de grandes dimensiones; muchos pescadores que lo vieron le calcularon un tamaño y peso enorme.

Era un pez que no intentaba hacer daño, jamás hizo mal a nadie y cuando estaba cerca de la orilla o en la superficie del río y se aproximaba algún hombre o animal, el ruido de las aguas denunciaban que un cuerpo de gran peso se revolvía en ella, y lentamente se alejaba, calmándose las aguas.

Durante el día se ocultaba en la oscuridad que proyectaban los güines que crecían espesos en la orilla del río, o debajo del cantil que tenía el charco en su parte más profunda.

Aseguraban los vecinos que de noche se oían grandes bufidos que daba el animal al salir de las aguas.

Cuando perseguía la lisa u otro pez, parece que para alimentarse, y se acercaba a la orilla, por el paso del “paso real”, la ola o marejada que levantaba en las aguas, era sorprendente.

Varias personas intentaron pescar al sábalo, pero él no les hacía caso a la “carnada” que le tiraban, y un día un pescador famoso, y gran nadador sagüero, llamado Pepe Artigas, se propuso pescarlo,pero con un arpón, y cuando lo tuvo al alcance de su poderoso y certero brazo,el taimado sábalo le dió un coletazo al agua, empapando al pescador, y lo único que éste pudo lograr,fue arancarle una gran escama,que era del tamaño de un plato pequeño.

Parece que con el transcurso de los años,el sábalo,aprovechando una de las crecidas del río se fue al mar,y no se le vió más, y el único recuerdo que se guarda de esta leyenda es el nombre que se le dió a ese lugar del río: ”El Charco del Sábalo”.

Hasta aquí lo recopilado por los estudiantes del Instituto, pero debemos agregar que las tallas de los sábalos en el río Sagua La Grande son algo anormales si se compara con las de otros ríos de la región Sabana y Sabaneque según afirman los pescadores fluviales.Yo recuerdo en 1973 ó 74 la imágen de Juan, un pescador residente en la calle Solís entre Brito y Gonzalo de Quesada, salir del Charco La Palma con un enorme sábalo a sus espaldas que arrastraba la cola por la calle y detrás de él corrían gran cantidad de muchachos no ocostumbrados a ver semejantes tamaños en nuestro pequeño río.En la actualidad estas poblaciones de sábalos ya comienzan a disminuir.



Para ver las leyendas de Sagua La Grande, ir al Website:



ARCHIVO SABANEQUE
1970 - 2011