lunes, 24 de enero de 2011

La Dama del Baile

Leyendas de Sagua La Grande

Esto sucedió allá por los tiempos de Casariego cuando ya el extenso Partido Judicial de Sagua contaba con más de 36 mil personas y acababa de formarse una empresa para el promocionar los bailes entre nuestros abuelos, un gran salón de bailes arrebató a la juventud de la época y la noche inaugurar atrajo a jóvenes de toda la región. Tocaba la orquesta “La Sagüera” y nunca antes se habían visto tan alegres reuniones, lo que posteriormente conocimos como “bailes sociedad”.


Un apuesto jóven de origen alemán que trabajaba para la familia Soler que también lo había adoptado y que se aplatanaba en Sagua La Grande llegó temprano al bazar de la iglesia hacia donde comenzaba a afluir una gran muchedumbre; toda la vida nocturna de la época giraba alrededor de La Plaza del Recuerdo e iglesia de madera donde hoy tenemos el Anfiteatro, pero ya se construía la parroquia de mampostería que hoy conocemos en nuestro parque (actual).Paco, como le llamaban sus amigos en lenguaje cubano, cansado de dar vueltas y vueltas en sentido horario, para ver caras de chicas que por tradición lo hacían hacia la izquierda, decidió que ya era hora de entrar en acción y sacó su papeleta para el baile. Dentro el ambiente era todo emoción, todas las muchachas de la crema y nata de la sociedad estaban por vez primera reunidas sin que faltara una sola, aquel acontecimiento era transcendental y había que aprovecharlo, para algunos conservadores era casi un escándalo “exhibir las féminas de aquella forma” pero cada una de ellas estaba custodiada por su madre, tía y chaperonas de resfuerzo. Paco solo quería bailar y estaba seguro de poderlo hacer autosuficiente de su atractiva figura.


Cuando comenzó la acción todos los muchachos se abalanzaron a la cacería de una posible pareja pero Paco fue cauteloso, quería conquistar lo mejor que allí existiera en representación del sexo débil. Las damas tenían una especie de libretica donde iban anotando los nombres de los caballeros a los cuales les concederían una pieza y el orden en que esto se realizaría. La segunda tanda era la selectiva pues la mujer escogía a uno de todos con los que bailó en la primera tanda y con este danzaba el resto de la noche.

Nuestro protagonista decidido le pidió pieza a una de las más cotizadas damas del salón y así comenzó la espera para su primer baile, estaba consciente de que muchos otros hombres la habían solicitado y ella había accedido, por lo que tendría que esperar unas 4 canciones para por fín poder admirar de cerca los bellos ojos de tan atractiva joven. Algo celoso de verla bailar con otros, decidió distraerse recorriendo la glorieta y así “corazón que no ve, corazón que no siente”; pero de pronto, cuando más distraido parecía estar, sus ojos se encontraron con la hembra más bella que pueda verse sobre la tierra, quedó boquiabierto de lo que acababa de descubrir, ese sí que era su estilo ideal una criolla diseñada en taller de arte con figura espigada, ojos verdes, boca de miel y una alegría contagiosa, -¿Cuantas peticiones tendrá?-pensó con preocupación.“Esta maravilla debe tener la libreta llena”, Y acercándose al descubrimiento se arriesgó a preguntar:-”Alguna vez le han dicho lo bonita que es”. A lo que ella respondió con agradable sonrisa- Gracias pero es la primera vez en mi vida.-¿Me permite una pieza? -ripostó sin pérdida de tiempo- Claro que sí también es el primero le respondió ella sin perder la amplia sonrisa. Paco no podía creer que aquella atracción huviera escapado a los ojos de tantos buitres, pero tampoco le interesaba explicárselo. En cuanto comenzó la siguiente melodía lo primero que le preguntó fue que “cual de las diez viejas que lo rodeaban era su chaperona”, a lo que ella le respondió:


Sorpresa, no traigo chaperonas. Acabo de arrivar a Sagua de regreso de mis vacaciones pero esta misma noche continuo a la finca de mis padres, no podré estar aquí toda la noche.

Muy buena situación-pensó el muchacho.

Y así bailaron muchísimas piezas más.

Nadie se acercó para anotarse en su lista y esto le pareció buenísimo a su favor.

Cuando comenzaba otro ritmo pegajoso de “La Sagüera” , ella le comunicó que tenía que irse, ya era tarde y sus padres la esperaban.

¡Oh no por favor!, es temprano, una más y yo mismo te llevo en mi caballo.Compláceme-.

Ella lo miró picarescamente y le contestó- Este es el primer baile en Sagua, van a haber muchos más en el futuro y ya he decidido que mi libreta será para tí, pero por favor ya debo irme.

El vió su seriedad por primera vez, pero hasta sin sonrisas le parecía extremadamente atractiva por lo que decidió complacerla y no apretar mucho esta situación que para él se estaba convirtiendo en una gran sensación única en su vida. En muy poco tiempo se había enamorado de aquella dama de una forma increíble y por ella haría todo lo que fuera necesario. Así que caminaron hasta su casa de donde tomando su caballo la acotejó detrás de sí junto con sus pertenencias y partieron por el camino del inglés hacia la finca de sus padres que estaba en el camino de la boca (hoy Isabela).

Por el camino él le preguntó su nombre y ella algo aliviada le dijo-Por fín averiguas mi nombre,no has hecho más que elogiarme pero entretenido se te olvidó identificarme, yo soy María Elena Delgado, mi padre es Don Andrés y mi madre Doña Cecilia, criamos ganado en Macomb y me gusta la poesía. Para el próximo baile te contaré más de mí, si me lo preguntas.

Perdona- respondió él -pero me he sentido algo hipnotizado ante tu presencia…

Ya llegamos-evadió ella.

Habían llegado a un gran portón de madera donde un camino de más de una cuadra desembocaba en un mediano ranchoque apenas podía divisarse en la poca luz de la luna. La jóven María con destreza atlética se tiró del caballo y comenzó a recoger sus pertenencias a lo que Paco respondió tirándose también-¿Como vas a caminar todo ese tramo?, yo te llevo hasta tu casa.


No Don Paco,ya hicistes mucho por mí, prefiero caminar este pequeño tramo-contestó ella- no quiero que mis padres vayan a pensar mal de mí.


Y dándole un beso en la mejilla a Paco le dijo-Te veré en el próximo baile


Acto seguido se quitó una plateada sortija de su dedo meñique y entregándosela le pidió:


¿Me la entregas en el próximo baile?


Claro que sí-le contestó el enamorado caballero apretándole ambas manos .


Aquella noche fue grandiosa para el flechado jóven, corrió a todo galope por el viejo trillo a Sagua y no pudo dormir pensando en la princesa que había acabado de conocer, pero también le fueron dificiles las otras noches contando los días hasta la próxima fiesta.

Por fín llegó ese día tan anciado y Don Paco estaba como loco buscando a su amada entre la multitud pero ella no aparecía. Pasó más de una hora desde que comenzó el baile y su reina no llegaba.Pasaron dos, tres, la noche entera y muy triste el joven se retiró a casa completamente derrotado.

No bailó con nadie y ninguna de las bellas chicas lo cautivó, solo pensaba en su adorada Mary que ya lo tenía completamente atrapado, soñaba con oir la dulce voz de su amada de un momento a otro junto a sus oidos

Al día siguiente muy decidido partió en su caballo hacia el rancho de Macomb, no podía tener malos pensamientos, quizás su amor había enfermado de repente impidiéndole asistir a la cita.

Muy pronto habría de aclararlo. Al llegar al gran portón se encontró con un anciano que cargaba unas leñas en un pequeño carretón al cual preguntó por el señor Andrés Delgado. El viejecillo le contestó que Don Andrés no se encontraba pero que su esposa Doña Cecilia podía atenderlo.

Llegando al viejo rancho muy falta de pintura y algo abandonado se encontró con una señora de pelo blanco de unos 60 años muy maltratados la cual resultó ser Doña Cecilia a la cua lse presentó y sin pérdida de tiempo preguntó-“Soy amigo de María Elena y vengo a saber de ella”- La señora que había estado un poco entretenida levantó su rostro y lo miró con severidad sin contestar una sola palabra .

Ante el silencio Don Paco insistió:-“Conocí a su hija la semana pasada cuando regresaba de sus vacaciones e hicimos una buena amistad, pero quedamos en vernos de nuevo el día de ayer en el baile de la plaza y no fue, he pensado que pudo ocurrirle algo”.Aquí le traigo su sortija que prestó. ¿Ella se encuentra?.

La señora Cecilia que lo miraba casi con horror estalló en un escandaloso llanto y el joven no sabía como reaccionar. Por fín pasaron unos segundos y esta lo invitó a entrar en la casa.

Acomodado en un acolchonado sillón esta comenzó por aclararle:-“Quizás usted se ha equivocado de dirección, ¿a cual María Elena usted busca?.¿Cual es su apellido?.-A lo que este contestó:-“María Elena Delgado, hasta este rancho yo la acompañé aquella noche”.

La acabada señora no podía resistir aquella conversación. Se negaba a continuar con un lastimero llanto que hería las entrañas del alma. De pronto Paco hizo un triunfal descubrimiento, en un cuadro que colgaba de la espaciosa pared de la sala divisó la pintura de su amada y muy feliz exclamó:-“Ahí está, esa es Mariaelena, estoy en el sitio correcto”…

Pero el silencio era total, Doña Cecilia no contestaba por lo que este comenzó a asustarse un poco. En eso entró al salón otra señora algo más joven de pelo negro que parecía ser ayudante o sirviente de Doña Cecilia y la llevó al interior de la casa. Pasaron largos minutos sin que el intrigado Paco comprendiera lo que allí sucedía.- “Le habrá pasado algo a mi chica”-pensó.

Pero no terminaba de organizar sus conclusiones cuando regresó la señora del pelo negro invitándolo a escuchar:

“Usted debe disculpar a Doña Cecilia que está muy indispuesta por ciertos detalles de su narración, pero aquí ha ocurrido algo espantoso que usted debe conocer y yo se lo explicaré:

¿Ha mirado bien usted ese cuadro?-le preguntó señalando hacia la pared- Paco lo volvió a observar y notó algo en lo que antes no había reparado;!Tenía flores!.

Miró a la señora con estupefacción…

Y esta afirmó- Efectivamente, María Elenita murió en un lamentable accidente hace 35 años en 1824 cuando regresaba de sus vacaciones para casarse con su prometido.

Haciendo un paréntesis estiró su mano para tomar la plateada sortija.


Su novio le había entregado un pequeño anillo con la condición de cambiárselo por otro más grande cuando esta regresara, como no le servía en sus otros dedos ella lo usaba en el chiquito.

El le había hecho una eternal promesa:”Cuando me entregues el pequeño nunca más nos separaremos”, pero el pacto nunca se consumó pues la niña no regresó y el novio, desolado, abandonó el pueblo para siempre.

Hubo silencio en la sombría habitación.

A aquella asombrosa entrevista no había más que agregarle. Todo era raro, fuera de lo que la naturaleza nos muestra como lógico en la vida cotidiana. Alguna fuerza prodigiosa escapó de dimensión en aquella Sagua colonial manisfestando su espeluznante rostro. Por muchos años las viejas se persignaban cuando contaban esta historia ¿Y Paco?. El pobre Paco perdió sus facultades mentales y hasta su muerte a finales del siglo XIX los sagüeros le llamaron, no sin dolor,”Paquito el alemán loco”…


Editado por Pedro Suárez Tintín
para el libro “Mitos y Leyendas de Sagua La Grande”

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